SINDICALISMO EN COLOMBIA, PROFESIÓN PELIGRO.
El sindicalismo
es un movimiento social principalmente obrerista de defensa económica y de
clase, iniciado como reacción contra el sistema individualista que significaba
para el obrero una situación de aislamiento y de indefensión frente al
empleador. Esta situación daba lugar a jornadas injustas y salarios
excesivamente bajos y caracterizados por la ausencia de todo espíritu de
protección social, de esta manera se imposibilitaba la solución armónica de los
problemas de la producción.
“La historia
sindical, comenzó con la revolución industrial y la democracia moderna, cuando
la esclavitud comenzó a ser abolida legalmente y el trabajo asalariado a
generalizarse. A menudo se pone como precedente la Revolución francesa, que
provocó la quiebra del sistema feudal y el reconocimiento por primera vez de
ciertos derechos de la clase obrera”
Este movimiento
de reacción originó la constitución de los primeros sindicatos como órganos de
autodefensa que hubo de ser clandestinos, ya que en algunos países
su ejercicio era penalizado. Después de la aparición de la gran industria, la
aglomeración de los obreros en los centros urbanos y las protestas a veces
violentas de la clase obrera, determinaron un cambio de criterio en los
legisladores de los diferentes países, fue así como se dio el reconocimiento y
encausamiento del movimiento sindical; se estableció el derecho de coalición y
el de asociación obrera. Los obreros se agruparon en sindicatos de clase,
buscando la defensa y el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo,
ejerciendo de esta manera algún tipo de presión sobre sus empleadores.
Es por eso, que
históricamente, los diferentes modelos y organizaciones laborales han traído
consigo malestares entre la fuerza productiva, ya que sus fines están enfocados
a la masificación de los productos que a la mejora de los trabajadores,
haciendo que más que abolirse, la esclavitud se redujera a una jornada laboral.
Después de
esto, los sindicatos fueron evolucionando. En varios países se dio la llamada
etapa de tolerancia en donde se admitían agrupaciones de los trabajadores sin
que estos influyeran en las leyes dictadas por el Estado. Dicha etapa fue
sucedida por el derecho sindical a finales del siglo XIX. “El primer país que
reconoció el derecho a la unión sindical fue Inglaterra, en 1824. El cual le
otorgaba legalidad a estos grupos”
La historia del
sindicalismo en Colombia, data desde el mismo momento en que empezaron a
formarse las primeras fábricas y empresas en el país. Sin embargo, hablar de
sindicalismo propiamente dicho, nos remonta a comienzos de los años 1918 – 1920
cuando se empiezan a formar las primeras organizaciones sociales de los
trabajadores.
Los
acontecimientos laborales, originan varias etapas del sindicalismo que han
marcado hondas y profundas huellas históricas, como antecedentes en la lucha de
los actuales trabajadores sin distingo de color político, social o cultural.
Son ellos, quienes por medio de sus análisis, reflexiones y práctica
cotidiana, han construido el devenir laboral y la conquista de sus derechos,
que son defendidos a través de una permanente lucha de clases. Pues están convencidos
que la única forma de adquirir y defender estos derechos es por medio del
sindicalismo. Esta convicción origina que sean los más perseguidos y
exterminados por parte de empresarios, Estado y actores armados.
El propósito de
este ensayo es mostrar cómo las empresas y el Estado son los mayores violadores
de los derechos humanos del trabajador colombiano, principalmente el del
ejercicio sindical, al ser este considerado como una amenaza para la seguridad
del Estado y quienes la ejercen se han constituido sistemáticamente en blanco
de los servicios de inteligencia o en víctimas de diversas formas de agresión.
“Esto condujo a que se convirtiera en enemigos potenciales o reales a quienes
sólo pretendían oponerse por medios pacíficos”. Lo que nos revela una cultura
antisindical profundamente arraigada en la sociedad colombiana.
La Escuela
Nacional Sindical, en un análisis realizado sobre la violencia sindical en
Colombia, durante el período 1986 – 2006 advierte que no se trata de una
violencia difusa e indiscriminada. En la historia reciente del país,
trabajadoras y trabajadores sindicalizados han sido víctimas de violaciones
sistemáticas, permanentes y selectivas de sus derechos. Donde, la ocurrencia de
homicidios contra sindicalistas está directamente vinculada a la existencia y
el desarrollo de conflictos laborales, en medio de los cuales la violencia
funge como eficaz reguladora. Esta violencia “representa un conjunto de
acciones deliberadas, estratégicas y sistemáticas orientado a debilitar o
desterrar el ejercicio de reivindicación sindical y defensa de los derechos
laborales”.
De
acuerdo con la información recopilada por la Escuela Nacional Sindical,
frente a la dimensión de la violencia que enfrentan los sindicalistas, se puede
establecer que la historia del sindicalismo en Colombia, es también la historia
de una violencia selectiva, de dolor, resistencia y balas que se teje en el
país. De igual manera en la que empresarios y Estado aprendieron a
diseñar estrategias para aniquilarlos. Más de la mitad de los asesinatos contra
sindicalistas en el mundo ocurre en Colombia; esto nos muestra una cultura
antisindical que cataloga al sindicalismo colombiano como connatural a la
insurgencia y como un estorbo para el progreso económico de las empresas y del
país. Para el caso específico de los homicidios, “Colombia ha tenido una
participación que oscila entre el 57% y el 88% en el total de asesinatos contra
sindicalistas ocurridos en todo el orbe, datos que ubican al país en la
deshonrosa posición de ser el lugar más peligroso del mundo para la actividad
sindical”
La
situación anterior se presenta, porque el sindicalismo colombiano es
considerado como una potencial amenaza, que ha permanecido asociada a los
grupos guerrilleros. El gobierno busca destruir estos vínculos que la
guerrilla tiene con la población civil organizada y no organizada. El concepto
que se tiene en el sector oficial es que las organizaciones sindicales son
encargadas por las guerrillas para desatar la guerra política; con el
propósito de garantizarles a éstas un mayor espacio militar, político y
social.
Esto permite al
gobierno, crear una política de seguridad democrática, para atacar y perseguir
a las organizaciones sindicales. Según estudios de la escuela Nacional
Sindical, durante este período (1986-2006) se han cometido al menos 9310 violaciones
a la vida, libertad e integridad de trabajadores y trabajadoras sindicalistas
colombianos. Lo que “pone de manifiesto la grave situación humanitaria de los
trabajadores colombianos, que han luchado en medio del establecimiento de una
práctica de violaciones sistemáticas, permanentes y selectivas de los derechos
humanos de los trabajadores colombianos, en un contexto general de impunidad
que corrobora la fragilidad de nuestra democracia”
Desde la fundación de la Central Unitaria de Trabajadores CUT en 1986, han
sido asesinadas 2743 personas sindicalizadas. Por más de 15 años, la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y la Oficina del Alto Comisionado
para los Derechos Humanos, han instado al Estado colombiano a que garantice el
ejercicio sindical y que se
supere la situación de impunidad imperante en las violaciones graves de los
derechos humanos contra el movimiento sindical.
“La Escuela
Nacional Sindical, preocupada por la difícil situación en materia de derechos
humanos de los trabajadores y trabajadoras sindicalizados, ha venido realizando
en los últimos dieciséis años, una labor de investigación, divulgación y
denuncia de las violaciones contra la vida, libertad e integridad física de las
y los sindicalizados en todo el territorio nacional”. Además, denunciar los
prolongados silencios que ha guardado el Estado colombiano, frente a este
proceso de violencia que bien puede nombrarse como un genocidio político que
permanece en la más absoluta impunidad.
Y aunque
Colombia ha incluido en la Constitución política de 1991 instrumentos de
protección de los Derechos Humanos y, además, ha ratificado varios
convenios con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “en el
país existen complejas paradojas y agudas contradicciones entre lo que es la
norma, lo que es la realidad y lo que se ejecuta y publica de ella”. Ello
evidencia un contexto general de impunidad. Es el gobierno el principal
enemigo, y es así que con medidas jurídicas y administrativas busca restringir
los derechos de los trabajadores, promulgando normas como la ley 50 de
1990, la ley 100 de 1993 y la ley 200 de 1995. Así mismo la promulgación
de normas como el decreto 222 de 1983, sobre contratación de mano de obra por
prestación de servicios.
Todos los sectores sociales organizados han sido declarados objetivo
militar por exigir condiciones de vida
digna. La lista de víctimas es interminable e incluye dirigentes estudiantiles,
campesinos, barriales, de
organizaciones de mujeres, de pueblos indígenas, de comunidades
afrocolombianas, de organizaciones defensoras de derechos humanos. Siendo
“Antioquia el departamento más peligroso para el ejercicio sindical en
Colombia, pues de los homicidios cometidos contra trabajadoras y trabajadores
sindicalizados en todo el territorio nacional, el 46,9% ha ocurrido en suelo
antioqueño”. Ello equivale a 1251 homicidios, cifra que revela con contundencia
la difícil situación que han enfrentado las organizaciones sindicales
antioqueñas, particularmente en la década del noventa, cuando ocurrieron la
mayoría de los casos.
Por actividad
económica las violaciones se centran mayoritariamente en el sector agrario (Sintrainagro, Fensuagro, Sintrapalmas) con cerca
del 41%; en el sector extractivo (USO), con cerca del
5%; en el sector salud, educación y servicios públicos domiciliarios (Fecode,
Anthoc,Sintraemcali, Sintraemdes, Aspu, Sintraelecol) con un 45% siendo crítico
el sector de la educación; en la justicia (Asonal Judicial y Aseinpec) con
cerca del 3%. La impunidad en los casos de la violencia estatal, al no ser
judicializadas las personas sindicadas es estructural. Sólo en el 22% de los
asesinatos se tiene alguna información sobre la autoría, y en estos casos los
paramilitares aparecen como presuntos responsables en el 65%, las guerrillas
del 23,4% y la fuerza pública del 8,2%. Durante los ocho años del gobierno
Uribe fueron asesinados más de 500 dirigentes sindicales, varios de los cuáles
fueron presentados como guerrilleros dados de baja en combate.
El Proyecto “Colombia Nunca Más”n documentó
más de 40.000 violaciones graves a los derechos humanos ocurridas entre
1966 y 1998 perpetradas por agentes estatales y por grupos paramilitares. La
violencia estatal contra el movimiento social ha permitido la perpetuación de
la pobreza. Según el Banco Mundial la inequidad en Colombia es igual a la
registrada en 1938 el 64% de la
población es pobre (82% rural). Doce mil propietarios poseen el 20% del total
de las tierras productivas. “Más de cuatro millones de personas han sido
despojadas de sus tierras y obligadas a desplazarse forzadamente. Al menos 15 mil personas han sido
desaparecidas forzadamente. Desde 1986 – año de creación de la Central Unitaria
de Trabajadores CUT han sido asesinados 2743 sindicalistas. El terror
se ha aplicado entonces bajo el manto de la democracia más estable de la
región”.
Los momentos de mayor violencia física (expresados en asesinatos,
atentados), coinciden con la realización de
paros, huelgas, negociaciones de pliegos de derechos laborales. La década de
los noventa fue el momento en el que
se implementaron con mayor vigor las medidas neoliberales (privatizaciones,
recorte de derechos sociales, entrada de capital extranjero).
Sin duda, el ataque al movimiento sindical tiene como objetivo debilitar
uno de los sectores con mayores niveles de organización y
conciencia política, que además ha conseguido niveles importantes de
articulación con otros sectores del movimiento social. El
descenso de asesinatos de los últimos años obedece a varios factores: 1) ya se
ha implementado la reforma laboral, (2) las privatizaciones y concesiones han
dejado en manos privadas la mayor parte de los sectores estratégicos, (3) la
contrarreforma agraria de unas 10 millones de hectáreas permite la explotación de recursos y la
realización de los megaproyectos, (4) el proceso de negociación con los grupos
paramilitares, requirió mostrar cifras favorables en materia de derechos humanos y (5) la presión de las organizaciones sindicales y los organismos
de derechos humanos han denunciado la violencia antisindical, tema que ha
sido obstáculo para la firma de tratados de libre comercio (en especial el de USA). No se trata de que haya
mejorado el panorama de derechos humanos de los y las trabajadoras,
se trata del cambio en la configuración de la violencia estatal. “El movimiento sindical, y especialmente la Central Unitaria de Trabajadores
que viene ofrendando el 87% de las víctimas de la violencia antisindical, tiene
el compromiso moral de rescatar la memoria y reivindicar los derechos a la
verdad, justicia, reparación integral y no revictimización, tanto individual
como colectiva y defender de esta manera el derecho a existir en el libre
ejercicio de las libertades sindicales y la defensa de los derechos de los
trabajadores”.
Para
concluir, se demuestra que esta violencia contra el sindicalismo en
Colombia, está atravesada de un extremo a otro por el olvido y por la
denegación de justicia, La Escuela Nacional Sindical orienta sus
investigaciones hacia la reivindicación de la memoria de las víctimas del
sindicalismo colombiano que lucharon por un movimiento que se resiste a
desaparecer, donde la violencia siempre ha estado presente y donde justicia y
derecho han estado en el olvido.
Como reflexión
personal, considero que, los sindicalistas colombianos viven en una crisis
permanente; sus derechos humanos y laborales son violados constantemente
por los empresarios y por el Estado. Por eso, la lucha sindical debe
ampliarse a espacios democráticos, donde se respete la vida y se le dé una
salida política al conflicto. Por esta razón, es necesario que el sindicalismo
busque que los Estados promulguen leyes y decretos, que garanticen la
continuidad de sus conquistas y se dé un mejoramiento social y económico de
todos los trabajadores. Además, que estos tengan una mayor participación en
vigilar y supervisar que los gobiernos sean más justos en sus políticas
económicas y sociales.
También, es
necesario buscar un reconocimiento social, para que el sindicalismo no sea
visto como una organización contraria al Estado, sino como algo inherente a sus
políticas de gobierno.
Comentarios
Publicar un comentario